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dominiquevernay

Con olor a fresa

Con olor a fresa

—El puñetero ojo de la cerradura otra vez taponado con chicle, ¡como coja al sinvergüenza! —dice Mauricio, el conserje.

—Siento molestarle —musita Adelaida.

—No es ninguna molestia, pero aún así, cuando lo atrape... —recalca el hombre que ya se incorpora, saca un trapo del bolsillo de su peto y lo hace una bola que se va pasando de una mano a otra, como un verdadero mecánico de taller de motos. Adelaida se deja atrapar unos segundos en ese vaivén de bíceps, luego le invita, como cada vez, a una copita de coñac; lo tiene ahí, bien guardado, junto a unos cuantos chicles de fresa.

(Escrito para REC)

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