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dominiquevernay

La suavidad de los diminutivos y la dureza del adverbio

La suavidad de los diminutivos y la dureza del adverbio

Hay un secreto que solo comparto con mis nietos: me tiño el pelo. Les encanta amenazarme con que se lo van a decir a "todo el mundo" y yo les ruego que no lo hagan.
-¡No, por fa no! -les suplico-. No quiero que la gente se entere.
-Pero... ¿por qué, Memedó? Se ve perfectamente que eres mayorcita, tienes arruguitas en el cuello.

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