El trato (o el nuevo ayudante de Papá Noel)
Erase una vez un niño. Hoy se despierta muy pronto. La víspera ha dejado sus zapatos junto a la ventana. Al verle colocarlos con mucho cuidado —en paralelo— su madre no ha dicho nada. Ella nunca dice nada desde que volvieron de aquel otro país. Su hermano mayor, apenas si le ha hecho caso, y su padre le ha recordado que tenía que ser razonable, que todo había cambiado... ¡Cómo si fuera necesario recordárselo!
El niño se acerca a la ventana y pega la nariz contra el cristal. El vaho de su respiración va formando una ventanita en la ventana, como una puerta gatera para miradas. De repente, un coche negro brillante se para delante de la puerta de la casa, y el pequeño ve salir a un extraño Papá Noel envuelto en un abrigo negro y brillante también. ¡Cuántas cosas no le gustan de este nuevo país! Pero, por si acaso, el niño vuelve a la cama y cierra los ojos, muy fuerte. La puerta se abre. Unos pasos. La puerta se vuelve a cerrar, y un aire helado, halitosis del invierno, llena la habitación. El niño entreabre los ojos... ¡Es una bici roja tal y como la había pedido!
En la calle, el hermano mayor se despide del extraño Papá Noel.
—No te olvides que a partir de ahora trabajas para mí —le dice el viejo barrigudo antes de volver a desaparecer en su trineo blindado.
4 comentarios
Dominique -
Ana Martínez -
Un abrazo, Dominique
Dominique -
Ana -
Me gusta mucho el principio "Érase una vez un niño", como si quedase poca ilusión en el mundo.
Besos