El ciempiés
Con trece años ya había jurado varias veces que no se casaría. Era mi mejor amiga y nos sentábamos juntas en clase. Aquel día la profesora nos habló de los acentos y de la palabra "cien", que, por juntarse con la palabra "pies", se veía liberada de su sílaba tónica mientras que el golpe de voz recaía sobre su compañera. Entonces mi amiga me cuchicheó al oído:
–¿Ves lo que les pasa a los que se casan?
Hace poco, el destino nos sentó de nuevo juntas en la sala de espera de un aeropuerto; ella iba acompañada y sólo pudimos intercambiar unas palabras, pero supe al instante que no había cumplido su promesa: al alejarse los dos reconocí al ciempiés.
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Chemin -
Dominique -
Javier Ximens -