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dominiquevernay

En un mismo saco

Procuraba no perder sujetándole las nalgas.
—¡Vamos!... que como perdamos te voy a patear el culo como nunca.
Entonces, Antonio —el Cebo para todos— intentaba saltar lo más lejos que los kilos y aquel maloliente saco le permitían. Cada vez que conseguía hacerlo mejor, la fuerza de las manos de su compañero en su trasero iba disminuyendo, pero, al poco volvían los abucheos del público y los manoseos en sus nalgas de manteca. Sin embargo, Antonio no iba a llorar, nunca más lo haría; solo le bastaba pensar en la navaja escondida en los vestuarios, entre los pliegues de su toalla. (Escrito para REC)

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