Nudo ahorcado
—¿Cómo hará cuando me case, madre?...
Y ella se reía y me contestaba que eso sería cuando los cerdos volasen, que me dejase de tonterías y me diera prisa en traerle la bacinilla y luego el desayuno a la cama. Obedecía porque sabía que las madres tienen razón y hubiese seguido obedeciendo de no verles cruzar la carretera a solo unos metros de mí.
—Cierto, madre, los cerdos no pueden volar, pero se les pueden atar y tirar de ellos bien fuerte —le dije mientras le pasaba un cordel al cuello e iba apretando.
(foto de Pedro Luis Raota)
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