Hilando fino
No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es lo único importante.
Doña Rosa va y viene por entre las mesas del Café* con sus andares de caracol, recolocando un cenicero por aquí, enderezando un clavel de plástico por allá.
Yo, por poner un ejemplo, no cojeo, no señor, arrastro la pierna izquierda, ¡que es muy diferente! añade ahora con los brazos en jarras. Y nadie me podrá negar que lo que tengo aquí en estos floreros son claveles.
Antonieta ha dejado su labor para mirar hacia Doña Rosa; intenta tejer ahora del largo ovillo del discurrir de su amiga.
A estas horas el café está vacío. La conversación queda suspendida en el aire y necesita de un empujoncito para no caer como una cometa en un día sin viento.
Pues como te decía, si alguien me dice que por no oler a clavel esta flor no lo es, entonces, estamos perdidos profetiza Doña Rosa santiguándose.
La cometa ha vuelto a coger altura. Antonieta retoma su labor con un gesto de cuarto y mitad de entendimiento, y otro tanto de alivio por no tener que contestar a tan complicada dialéctica. Un punto del derecho, otro del revés... murmura para sus adentros.
El hilo de la cometa no parece poder dar más de sí, sin embargo, Doña Rosa no se muestra dispuesta a soltarlo.
Y que no me digan que las cosas cambian según desde dónde se las mira. Perspectiva, solo hay una; ¡y que Dios nos pille confesados como la perdamos!
*Camilo José Cela "La Colmena"
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