Mimetismo
Murió en la poltrona y nadie se enteró. Se había convertido en un tipo de brazos cortos, orejas grandes y piernas arqueadas, así es que no fue de extrañar que su mujer tardase unos días en darse cuenta de que había fallecido en aquella butaca estilo Luis XV.
Sentada en la poltrona vacía, la mujer se preguntaba qué le habría pasado al hombre –al que había amado con pasión muchos años atrás– para que, ahora, no sintiera ni lo más mínimo su ausencia. Suspiró. Luego dejó que su cuerpo se amoldase a la poltrona.
– Realmente cómoda –murmuró mientras notaba cómo se le iban acortando los brazos, agrandando las orejas y arqueando las piernas.
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