Chicharro para Nochevieja
A doña Gertrudis no le toca la vez pero lanza desde la puerta:
–Antonio, "me" vienen todos para Nochevieja así es que dame de lo que tú sabes...
La mujer tiene la papada hinchada de orgullo.
–¡Faltaría más! –le contesta el pescadero mientras le quita los ojos a un besugo–. Se lo preparo y se lo llevo a casa en menos de una hora.
Me toca. No sé qué pedir. Para Nochevieja estaré sola como siempre, pero de repente me apetece jugar a ser otra. Hincho la papada y repito, palabra por palabra, la frase de doña Gertrudis. El pescadero me mira sorprendido y parece que a él se le hincha las narices.
–Tengo mucho que hacer así es que como no se decida... –me dice de muy mal humor.
Y es que para todo hay que valer, además, no tengo papada.
–Un chicharro –le digo.
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