Al borde del llanto
–Que se arrime un poco más a la cama -me pidió mi padre.
Entonces, me aparté para que Juan pudiera acercarse.
Que se arrime un poco más a la orilla, me mandaba también cuando, de pequeños, Juan y yo le acompañábamos a pescar al río.
–No tengas miedo Juan, te enseñaré a hacer ranas –le decía mientras escogía los cantos rodados más planos.
Mientras las mías se hundían, las piedras de mi hermano parecían volar.
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