TEXTO A PATCHWORK (por David Rubio González)
Sin agujas ni hilo, solo con retazos de: "No te quites la costra que te quedará marca".
Ilustración de: heluna.tk
Añoro aquellas niñas, ya no busco tesoros. Conozco bien el camino que me llevará hasta los míos. Su sombra le salpica. Tienes entre tus manos al rey de las setas. Ya nunca sería mi héroe, no me dieron ningún beso, no recordaban a quién de los dos le tocaba hacerlo. Guarda tus lágrimas para cosas más serias. Vete y no peques más en adelante. Sonaba a amenaza, a revancha. Intentando averiguar cómo sería un castigo proporcional y si dolería. Voy a tener un hermanito, ¿quieres un poco de aborto? Menuda lista, con veinte pecados por lo menos. Una vida de entrega a Dios, como yo con vosotros. Dios es como los pedos de lobo.
Hebras de silencio y estómago encogido. Lijar el silencio. En el comedor olía a agrio. Churros revenidos, copos de cereales con miguitas de sueño, el día de los espaguetis, meriendas en solitario, absorto en la historia del Sr.Kellogg, sus brackets sabían a fresa. Recuerdo a mis muñecas que las quiero a todas, me gustan los últimos besos, saben y huelen a mamá, las abuelas no huelen tan rico como las mamás. El mundo real de mi Play. Hoy toca limpieza ¿puedo pasar?
Siempre creí que añadir un epílogo a los relatos era una clara señal de fracaso por parte del autor, en el cuento no es así, hubo un tiempo en que ninguna palabra se le resistía. Nos falta nuestra dosis de cafeína para poder reaccionar, la enfermera mira con asco la muestra y el ruido de las hojas amuebla el silencio. Se alquila la mosca azul que baila su último vals y se vende abuela-esquinera. ¿Cuántas veces escuche decir las mismas palabras, huecas en su mayoría, pero que sabías soltar con tanta maestría? Ahora solo nos queda una hija pero jamás nos viene a visitar. A ver ahora, ¿mejor o peor? La tristeza con otra se quita, mientras yo seguía lamiéndome las heridas.
Hebras de silencio y estómago encogido. Lijar el silencio. En el comedor olía a agrio. Churros revenidos, copos de cereales con miguitas de sueño, el día de los espaguetis, meriendas en solitario, absorto en la historia del Sr.Kellogg, sus brackets sabían a fresa. Recuerdo a mis muñecas que las quiero a todas, me gustan los últimos besos, saben y huelen a mamá, las abuelas no huelen tan rico como las mamás. El mundo real de mi Play. Hoy toca limpieza ¿puedo pasar?
Siempre creí que añadir un epílogo a los relatos era una clara señal de fracaso por parte del autor, en el cuento no es así, hubo un tiempo en que ninguna palabra se le resistía. Nos falta nuestra dosis de cafeína para poder reaccionar, la enfermera mira con asco la muestra y el ruido de las hojas amuebla el silencio. Se alquila la mosca azul que baila su último vals y se vende abuela-esquinera. ¿Cuántas veces escuche decir las mismas palabras, huecas en su mayoría, pero que sabías soltar con tanta maestría? Ahora solo nos queda una hija pero jamás nos viene a visitar. A ver ahora, ¿mejor o peor? La tristeza con otra se quita, mientras yo seguía lamiéndome las heridas.
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Anónimo -
carole -