De chorra
Es junio y los exámenes finales se acercan. Tendría que haber una ley que no permitiese días soleados en estas fechas de reclusión en casa. En esto estoy pensando cuando una araña se deja caer desde la lámpara del salón. Se para justo a la altura de mis ojos y se balancea en su hilo. Nunca me han gustado los acróbatas, pero ella me fascina; no lleva mallas de color carne ni mangas con volantes ni lentejuelas... Entonces, pienso en otras leyes que prohíban los repelentes de arañas, los exámenes y los trajes con chorreras.
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