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dominiquevernay

Las espinas de las palabras

–¡No te comas las palabras! –le repetían.

             No hacía caso, las devoraba todas sin excepción. Pero con los años se fue volviendo aprensivo y unas molestias en la tráquea empezaron a obsesionarle. Supuestos expertos le recomendaron entonces batidos de minúsculas para facilitar la deglución, además de un régimen bajo en "eles", siendo estas –junto a las oclusivas "tes"– las responsables de los peores atragantamientos.           

            El hombre demostró tener gran fuerza de voluntad; se acomodó a vivir sin Lápiz, sin Libro... sin Libertad.

            –Será hasta que se ponga bien –le dijeron al pobre iluso.

2 comentarios

Dominique -

Gracias Javier, este es el texto que mandé al certamen del Museo de la Palabra... Palabra y Libertad... No gané, está claro, pero eso es lo de menos... Aunque creo que se ganaba mucha pasta... :-( je,je...

Javier Ximens -

¡Toma ya! Vaya revolcón que le pegas a los podadores de la Libertad, a los pensadores del "no pienses". Da gusto asomarse por aquí.