Sexting
Con su nuevo teléfono de esos de llevar a todas partes, Doña Gertrudis se las da de lista. Pero yo sé muy bien lo que me digo y no le hago el menor caso. Esta mañana sin ir más lejos, estábamos en la carnicería -sentadas en el banquito que tan bien nos viene en las horas de más gente-, cuando un ruido de ventosidad de tripa suelta salió de las interioridades del bolso de mi vecina.
-Es un "guasape" -me explicó como si yo le hubiera pedido que lo hiciera. Ni le contesté a aquello, pero mis ojos fueron a parar, sin querer, hacia la pantallita de su teléfono. Al darse cuenta de ello, Doña Gertrudis se lo arrimó a la pechera como cuando jugamos al tute y esconde sus triunfos.
-Es un guasape de mi Rogelio -me volvió a explicar.Yo seguí con mi cara de no estar de humor, pero algo me debió de notar ya que, en lo que no había sido más que un abrir y cerrar de ojos, me había parecido ver a su Rogelio como Dios le trajo al mundo, o sea, en bolas, para entendernos.
- Es para mantener la chispa -precisó.
Luego se levantó porque le tocaba.
-Medio de rabo de toro -pidió dándose aires.
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