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dominiquevernay

Banalidades

Esta mañana, de banalidades en banalidades (me encanta esta palabra, es como un eructo después de un buen trago de gaseosa) Doña Gertrudis me comentó que, a menudo, tenía que pararles los pies a hombres que querían propasarse con ella.
—Yo, que recuerde, nunca —le dije.
—Será que no tienes lo que hay que tener —me contestó.
No sé lo que quiso decir.

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