Bienvenido a casa, hermano
El bate ,«¡Eso bate!», se le resbalaba de las manos pringosas de boñiga de vaca. Después de haberlo dejado en su sitio, se acercó a la repisa de los trofeos, despacio; sus andares de cojo en el viejo suelo de madera podían delatar su presencia en el dormitorio.«¡Eso copa, copa de Scott!», se exclamó de nuevo salpicándolo todo de perdigones. «¡Eso mear, mear en la copa!», repitió compulsivamente mientras se desabrochaba la bragueta del peto. Abajo, Brenda se afanaba en la cocina, solo faltaba una hora para la llegada de «su»Scott y el pudding sin hacer, y Ben que no le traía los huevos del corral, y ella que se preguntaba, ¿dónde se habrá metido ese cretino? (Escrito para REC)
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