La becaria
Sentado de cara a la pared don Fabio me mandaba traer las carpetas más pesadas del archivo. Luego, abría su fiambrera de espaguetis para poder, mientras comía, mirarme entrar desde el gran espejo que usaba como retrovisor.
La puerta de su despacho tenía una barra vertical a modo de tirador, y yo hacía auténticas acrobacias de baile en barra, para conseguir abrirla empujando con la frente, el codo, el culo... Don Fabio disfrutaba y, según se iba acalorando, los espaguetis se le enroscaban con más decisión en el tenedor, y se intensificaba el ritmo y ruido de su grasienta fruición.
(Escrito para Relatos en Serie, inspirándome en los inolvidables Soprano)
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