Mañana
Igual que lo hacen las ballenas al emerger, la Nati sale de debajo de las sábanas con un resoplido potente que me cosquillea la nuca. Se ha puesto tremendamente gorda y al levantarse de la cama los muelles gimen. Abre la persiana. La miro, desnuda de espaldas a mí.
–Está lloviendo –me dice.
¡Anda, déjate de lluvias!, ¿no ves que no puedes seguir así?, le quiero decir.
Pero la Nati se sienta a mi lado, frunce el ceño.
–¿Crees que me seguirá valiendo aquel chubasquero rojo que llevaba cuando nos conocimos?
Le digo que tal vez sí.
(Relatos en Cadena- Cadena Ser)
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Coque -