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dominiquevernay

La nueva (de cuando te piden que describas un color)

La nueva

            Nos gustaba mucho la nueva profe de lengua. Los ejercicios que nos mandaba no eran de esos aburridos en los que tienes que decir si una palabra es pronombre o verbo o adjetivo, hasta que un día...

            —Tenéis que describir el color de esta cartulina —había dicho a la vez que nos la mostraba.
            Sabíamos cómo describir a una persona o un paisaje, porque lo habíamos hecho en ejercicios anteriores, pero describir un color, sin comparar el amarillo con el sol y el rojo con un tomate maduro, nos pareció muy complicado por no decir imposible.
            —Empezaré yo —dijo la profe novata—. Cuando veo este color pienso en el ruido de una ambulancia en la noche, por lo tanto, puedo decir que este color «estridula».
            —Ya sé, ya sé —dijo entonces Alma, la empollona de la clase—, y a mí me parece que duele como una pelea en el patio.
            —Muy bien, Alma, lo has entendido. ¿Quién más puede describir con otras sensaciones el color de esta cartulina? —preguntó la profe.
            Varios dedos se levantaron.
            —Escuece como una gota de jabón en los ojos —dijo uno.
            —Y huele como la bodega de mi tío de Logroño —dijo otra.
            —Es áspero como la lija —murmuró el tímido del pupitre junto a la ventana. 

            —¿Y a ti, Álvaro? —preguntó la profe—, ¿no se te ocurre nada? Hemos hablado del sonido de este color, de su olor, de su tacto... tal vez podrías definirnos su sabor.
            Álvaro era desde siempre el graciosillo de la clase y no podía defraudar a su público; entrecerró los ojos unos segundos, luego se sonrió de medio lado como lo hacía cada vez que se disponía a soltar unas de sus chorradas.
            —Sabe a labios de puta.
            No hubo más que intentos de risillas. Álvaro se había pasado de la raya, como si se hubiera saltado un stop y hubiese atropellado a la profe. No terminaba de llegar la ambulancia y los niños miraban a la profe, luego, a su compañero aún de pie, desafiante.

            Como un silencio embarazoso, como unas mejillas encendidas, como una herida.

 

 

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