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dominiquevernay

Nuestra otra vida

Cuando se ausentaba de casa, mamá se quedaba en el porche hasta ver desaparecer su coche tras la curva. Luego, soltaba su melena-hiedra y se encerraba en la salita-isla para trabajar en su cuento-océano. Mientras tanto, salíamos de nuestros cuartos para corretear libres por la cocina-bosque, el pasillo-sendero, el comedor-huerto. Si preguntaban por ella, contestábamos que no estaba y que no volvería hasta muy tarde. Creo recordar que éramos felices.
(Escrito para REC)

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